lunes, 23 de abril de 2012

Ejiri

La primera "japonesada" que pinté está sacada de una estampa, Ejiri, que forma parte de una serie dedicada a las Cincuenta y tres estaciones de la ruta Tokaido, obra de colaboración entre Hirosigue Utagawa y Kunisada Utagawa.



En el original, datado en 1854, se plasma la estación de Ejiri, con el monte Fuji visto desde la playa de Miho-no-Matsubara. La figura que ocupa la parte superior del grabado representa la escena de una leyenda: una doncella de origen celestial había dejado olvidado en la rama de un pino su bellísimo manto de plumas; el pescador que lo encontró, ante las lágrimas y requerimiento hechos por la dama -que no podía volver al cielo sin su manto-, se comprometió a devolvérselo con la condición de que bailara para él. El momento representado es el del regreso de la doncella con el manto al cielo.


El mismo Hirosigue, en otra vista que hizo de la estación de Ejiri para una serie semejante de la ruta de Tokaido, eligió la misma escena legendaria, pero con una composición diferente.




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